martes, 9 de noviembre de 2010

Soneto XXXV

No te conduelas más por lo que has hecho;
las rosas tienen espinas, y fango los argentinos manantiales;
nubes y eclipses velan igualmente el sol y la luna,
y el inmundo gusano mora en los más tiernos capullos.
Todos los hombres cometen faltas, y yo acabo de cometer una
autorizando con símiles tu transgresión,
corrompiéndome a mí propio por paliar tus culpas,
y excusando tus pecados más de lo que merecen.
Porque ayudo con mi sentido a tu falta sensual
parte contraria transformada en abogado,
y comienzo contra mí mismo una legítima defensa.
Tal guerra civil riñen en mí el odio y el amor,
Que estoy a punto de convertirme en cómplice
de este dulce ladrón que me roba de mí mismo tan agriamente.
William Shakespeare 

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